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'Superresistentes': por qué algunas personas no se contagian de Covid

Jul 22, 2023Jul 22, 2023

Una variante genética actúa como una especie de escudo frente al virus, según una nueva investigación

Son 'esquivadores' del SARS-CoV-2, 'superresistentes', 'surfeadores' de todas las olas pandémicas que no se han contagiado a pesar de mantener exposiciones continuadas, de convivir con personas infectadas o de realizar trabajos en los que el contagio era casi inevitable. Este 'escudo' contrasta con la situación de personas que, a pesar de no presentar factores de mayor predisposición -edad o morbilidades asociadas, por ejemplo-, no solo se infectaron sino que, en algunos casos, presentaron las formas más graves de la infección e incluso fallecieron.

La inmunidad individual fue de las primeras causas que se barajaron en esta especie de 'autoinmunidad vírica'. Pero, no se perdían de vista los rasgos genéticos personales, cuyas peculiaridades actuarían como protectores frente al SARS-CoV-2, otorgando al organismo un rango de 'hiperinmunidad'. De hecho, el potencial poder de los genes en el desarrollo y gravedad del Covid-19 y su influjo en las respuestas inmunitarias estuvo en el punto de mira desde los primeros meses de la pandemia.

En un trabajo publicado en Nature Immunology, el inmunólogo y pediatra francés Jean-Laurent Casanova, director del Laboratorio que comparte entre la Universidad Rockefeller de Nueva York, y el Hospital Infantil Necker, en París, señalaba que "el panorama genético de un individuo en particular y de una población en general desempeñaría un papel fundamental en la configuración de la dinámica del Covid-19".

Es más, este reconocido experto mundial adelantaba a Diario Médico que el síndrome inflamatorio multisistémico del Covid-19 (MIS-C) que afecta gravemente a algunos niños también tiene una explicación genética. "Hay una causa genética y, al menos en algunos niños, el MIS-C aparece por errores congénitos", avanzaba Casanova.

Las preguntas y los pasos que se daban en torno a las causas genéticas de la gravedad del Covid-19 se fueron trasladando, casi de forma simultánea, hacia la otra cara de la moneda: personas que nunca se han contagiado con esta enfermedad vírica, abriendo de nuevo incógnita: ¿puede la genética esclarecer también por qué hay personas que esquivan continuamente al SARS-CoV-2?

Según los hallazgos de un nuevo estudio publicado en el último Nature, la respuesta parece ser sí y la clave estaría en ser portador de una variante genética específica, la mutación HLA-B*15:01.

El trabajo, que ofrece una de las primeras evidencias de la base genética para el SARS-CoV-2 asintomático, muestra que los portadores de esta variante pueden infectarse pero no enferman.

El secreto está en el antígeno leucocitario humano (HLA). Uno de los genes que codifican HLA parece ayudar a las células T, eliminadoras de virus, a identificar el SARS-CoV-2 y lanzar un 'ataque relámpago'. Así, las células T de las personas que portan esta variante pueden identificar el nuevo coronavirus, incluso si nunca lo han encontrado antes, gracias a su parecido con los virus del resfriado estacional que ya conocen.

Este emocionante descubrimiento, que apunta a nuevos objetivos para el futuro desarrollo de medicamentos y vacunas contra el Covid-19, es el resultado de un trabajo colaborativo entre Estados Unidos y Australia dirigido por Danillo Augusto, de la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte; Jill Hollenbach, de la Universidad de California, en San Francisco; y Stephanie Gras, de la Universidad La Trobe, en Australia.

El equipo de Hollenbach, profesora de Neurología, Epidemiología y Bioestadística del Instituto Neill de Neurociencias en la Universidad de California, en San Francisco, recopilaron datos desde el principio de la pandemia de 29.947 personas no vacunadas que fueron evaluadas mediante una aplicación móvil diseñada específicamente para rastrear los síntomas de Covid-19, entre las que 1.428 tuvieron prueba positiva para el virus entre febrero de 2020 y finales de abril de 2021, antes de que las vacunas estuvieran disponibles.

De estos, 136 personas permanecieron asintomáticas durante al menos dos semanas antes y después de dar positivo. Solo una de las variantes de HLA, la HLA-B*15:01, tuvo una fuerte asociación con la infección asintomática por Covid-19, hecho que se reprodujo en dos cohortes independientes.

"Los factores de riesgo para esta patología, como la edad, ser obeso y tener enfermedades crónica como la diabetes, no parecieron influir en quienes permanecieron asintomáticos", indica Hollenbach, principal autora del estudio, cuyo equipo se enfocó en el concepto de memoria de células T través del cual el sistema inmunitario recuerda infecciones previas.

Según Augusto, se ha observado que las células T de personas que portaban HLA-B15, pero que nunca habían estado expuestas al virus SARS-CoV-2, aún respondían a una parte del nuevo coronavirus llamado péptido NQK-Q8. "La exposición a algunos coronavirus estacionales, que tienen un péptido muy similar llamado NQK-A8, permitió que las células T de estas personas reconocieran rápidamente el SARS-CoV-2 y desarrollaran una respuesta inmune más rápida y efectiva".

La mutación HLA-B*15:01 es bastante común, ya que la porta cerca del 10% de la población estudiada. No evita que el virus infecte las células, pero sí que las personas infectadas desarrollen algún síntoma, lo que también incluiría secreción nasal o incluso un dolor de garganta apenas perceptible.

En el nuevo estudio, los investigadores de la Universidad de California, han encontrado que el 20% de los participantes que permanecieron asintomáticas después de la infección tenían, al menos, una copia de la variante HLA-B*15:01, en comparación con el 9% de los que informaron síntomas. Los portadores de dos copias de esta variante tenían ocho veces menos de posibilidades de presentar síntomas patológicos.

Para Gras, profesora y jefa de Laboratorio en la Universidad de La Trobe, en Australia, este primer hallazgo abre la puerta a mayores y nuevas posibilidades promover la protección inmunológica contra el SARS-CoV-2 que podrían "utilizarse en el desarrollo futuro de vacunas o medicamentos".

La confirmación de que la genética está directamente implicada en las diferentes respuestas patológicas frente al coronavirus ha sido uno de los retos de consorcios mundiales de científicos.

Los primeros datos ofrecidos por el inmunólogo y pediatra francés Jean-Laurent Casanova, sobre gravedad del Covid-19 e implicación genética, así como los de otras primeras investigaciones, dieron lugar al desarrollo, en marzo de 2020, impulsado por genetistas e inmunólogos, del Consorcio internacional COVIDHGE (COVID Human Genetic Effort), dirigido por Casanova.

Su primer proyecto fue concretar cómo la genética podía ayudar a entender casos extremos de gravedad: jóvenes sin comorbilidades que fallecían o que, en el mejor de los casos, precisaban asistencia en unidades de Cuidados Intensivos (UCI) con necesidades de ventilación En esta ocasión, varios estudios en Science confirmaban que hasta un 5% de los casos se debían a mutaciones en los genes del interferón y que alrededor de un 10% se asociaba con presencia de autoanticuerpos contra el interferón, la línea de defensa noqueada o por mutaciones genéticas o por bloqueos por los propios anticuerpos.

Estos esclarecedores resultados fueron un nuevo punto de partida para los investigadores que conforman este consorcio internacional. ¿Pueden los genes esclarecer también por qué hay personas 'superresistentes' al SARS-CoV-2?

De nuevo, los expertos no perdieron de vista el influjo de los genes. "En realidad, son 'las caras de la misma moneda': aplicar la medicina genómica para entender la cara A; personas jóvenes, sin patología previa y que presentan enfermedad grave, y la cara B; los que están sobreexpuestos al virus -duermen una semana con sus parejas que han resultado positivas, no usan la protección de la mascarilla o de cualquier medida preventiva- y no se contagian. ¿La clave estaría en sus genes?. Esta es la respuesta que se va a analizar", explicaba a DM la genetista Aurora Pujol.

Esta especialista, profesora ICREA, jefe de Grupo en el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell), en Barcelona, y coordinadora en España del Consorcio internacional COVIDHGE (COVID Human Genetic Effort) para el subproyecto de estudio de superinmunidad frente a Covid-19, de la que ya se conocen sus primeros argumentos tras el trabajo recién publicado en el último Nature.

Este subprograma sobre hiperinmunidad cuenta también con la presencia de Jesús Troya, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Infanta Leonor, en Madrid, y de Carlos Rodríguez-Gallego, del Hospital Universitario de Gran Canaria Dr. Negrín.

Jesús Troya -experto que verificó la presencia de autoanticuerpos neutralizantes para el interferón en pacientes con neumonía grave por Covid-19 en un trabajo realizado en su hospital y publicado en Journal Clinical of Immunology-, señalaba que como ocurre para todos los patógenos, un determinado porcentaje de la población es refractaria al desarrollo de la infección. "Habitualmente, el fenómeno está condicionado por mutaciones genéticas que expresan genes de diversa índole".

Lo que, en un principio, la genética deriva en una transformación anormal en una persona, puede convertirse en un beneficio adaptativo en casos individuales, considera Troya, quien pone otro ejemplo claro: "Si la pandemia hubiera sido de ébola, habría diezmado a la población mundial, pero algún subgrupo habría sobrevivido. Es lo que llamamos 'lotería genética' para un determinado tipo de infección u otra enfermedad".

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