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La más reciente entrega de Blizzard Entertainment es muy esperada por muchas razones; es la continuación de una de las sagas más emblemáticas del mundo de los videojuegos y porque muchos creen que es el rayo de esperanza en el sombrío panorama que actualmente enfrenta Blizzard como compañía. Para esta ocasión, se ofrece un cambio fundamental que modifica la manera con la que nos relacionamos con Diablo como franquicia, y la convierte en un juego como servicio. En más de un sentido, aún se ve el fantasma de Diablo Immortal deambulando los pasillos de Blizzard, pues se nota un gran esmero por innovar, pero lo suficiente para evitar generar fricción con una base de usuarios que tiene décadas con Diablo. Dicho esto, de una vez te adelantamos que Diablo IV es todo lo que esperaba y más, mucho más, pero tenemos mucha reservas y advertencias. Te lo contamos enseguida.
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Si hay algo en lo que Diablo IV destaca es en una presentación impecable. Cada rincón de Santuario ha sido meticulosamente diseñado con una atención sombría a los detalles. Desde los oscuros callejones adoquinados de la Catedral de la Luz, hasta bosques y pantanos embrujados cubiertos en densa niebla; este mundo te sumergirá en una atmósfera sombría y lúgubre que pondrá a prueba tus sentidos. La violencia es visceral y cruda, cada golpe y herida son representados de manera desgarradora, incluso en tu personaje, que se tiñe de rojo después de las masacres. El rastro de sangre y cadáveres de los enemigos caídos que se apilan detrás de ti, son solo una pequeña muestra del horror que te espera en cada esquina.
Además, Diablo IV hace gala de impresionantes acercamientos —cinemáticas— que revelan modelos de personajes altamente detallados. En momentos clave de la historia, la cámara hace un corte que permite apreciar cada detalle meticuloso de los protagonistas y antagonistas. Desde las arrugas en sus rostros hasta las cicatrices en sus cuerpos, cada rasgo está diseñado con precisión artística y realismo asombroso. Puedes contemplar las expresiones de angustia y determinación en los ojos de los personajes, e incluso apreciar los detalles en su vestimenta y armaduras. Estos acercamientos ofrecen un alto nivel de inmersión, y te transporta directamente al corazón de la acción. Es una experiencia que te sumerge en un mundo que cobra vida de una manera asombrosa.
Enseguida, en Diablo IV, la carne del combate ha sido refinada hasta su más mínima expresión; cada enfrentamiento es una danza mortal donde cada movimiento cuenta. Para esta entrega, las clases cumple su fantasía de poder y cuentan con un conjunto de mecánicas específicas que ofrecen mucha flexibilidad al momento de construir personajes.
Además, en Diablo IV se puede apreciar la influencia de Diablo II, donde el poder de las habilidades crece a medida que se invierten más rangos en ellas. Esta característica desencadena un abanico de posibilidades que verdaderamente te hacen sentir que estás jugando a tu manera. Por si fuera poco, en Diablo IV puedes aprender habilidades gracias a piezas de armduras mágicas, lo cual añade un factor de rejugabilidad muy alto.
Cuando no estás despedazando demonios, fantasmas y bandidos, te enfrentarás a épicas batallas contra jefes en Diablo IV. Estos enemigos gigantes son formidables, desafiantes y pondrán a prueba tus habilidades. Lejos quedaron los días donde te plantabas frente a ellos y desatabas todo el poder de tu personaje para acabar con ellos en un instante; ahora son enfrentamientos donde la movilidad es un requerimiento básico para poder esquivar toda clase de peligros ambientales y ataques.
Ahora hablemos del mundo de juego, que está dividido en regiones que ofrecen una amplia gama de actividades. Además de las misiones principales, que son obligatorias para avanzar en la historia y descubrir los secretos de la implacable búsqueda por Lilith, encontrarás una variedad de misiones secundarias y eventos emergentes a lo largo y ancho de los escenarios que te mantendrán constantemente cautivado.
En Diablo IV tienes la libertad de seguir las misiones principales en el orden que prefieras, lo cual te permite moldear tu propia experiencia. Además, mientras avanzas en la historia, puedes combinar tu tiempo entre la exploración de calabozos, la búsqueda de las estatuas de Lilith y la participación en misiones secundarias. El enfoque no lineal de Diablo IV te garantiza que siempre haya algo emocionante por hacer y descubrir, lo que, a su vez, aseguran que Diablo IV sea un juego adictivo que nunca querrás dejar de jugar. Cada sesión de juego te presenta nuevas oportunidades, desafíos y recompensas, creando una experiencia de juego en constante evolución que mantendrá tu interés y emoción en todo momento.
Y una vez que hayas completado la campaña principal, entrarás en el emocionante y desafiante endgame de Diablo IV. Esta es la parte del juego en la que pasarás la mayoría de tu tiempo, y está diseñada para ofrecerte una experiencia continua. En el endgame, encontrarás numerosos sistemas diseñados para aumentar tus posibilidades de obtener el mejor botín disponible. Una de las formas de hacerlo es a través de misiones especiales en regiones determinadas. Estas misiones te permiten obtener puntos que luego puedes canjear para adquirir cofres con recompensas valiosas. Esto te brinda una motivación constante para explorar y completar desafíos en diferentes áreas, en busca de mejoras para tu personaje y equipo. Además, en el endgame, también encontrarás los llamados "calabozos pesadilla". Estos calabozos se activan utilizando una llave especial y te ofrecen un nivel de dificultad aún mayor. Enfrentarás enemigos desafiantes y peligrosos, pero las recompensas serán aún más impresionantes.
Como ves, Diablo IV es un juego diseñado para ser infinitamente jugado, el sueño de todo jugador de Diablo hecho realidad. En parte es correcto, pero tenemos nuestras reservas que detallaremos a continuación.
Una de las facetas más desalentadoras de Diablo IV radica en la tediosa progresión de niveles. Al inicio, te encuentras con un protagonista frágil que, poco a poco, adquiere poder mediante objetos, armas y habilidades. El verdadero inconveniente no radica en el personaje en sí, sino en la constante escalada de nivel y poder por parte de los enemigos en paralelo a tu propia evolución. Esta dinámica conlleva a una situación en la que, si no prestas una atención meticulosa a todos los sistemas de personalización, te encuentras desfasado y rápidamente te enfrentarás con dificultades para avanzar.
Entendemos que así es Diablo y es imposible pedirle a Diablo que sea diferente, lo cual no hace pensar que indudablemente se ha quedado estancado en el pasado. Por ejemplo, en comparación con otras propuestas contemporáneas tenemos a Lost Ark, un notable título que entrega personajes nivel 1 equipados con un conjunto completo de habilidades que brindan una sensación de poder mucho más intensa. Además, Lost Ark ofrece la posibilidad de contar con una montura desde el inicio, lo que permite navegar ágilmente por los escenarios. En contraste, en Diablo IV, obtener una montura puede tomar una gran cantidad sin determinar de horas de juego, a menos que se conozca el método exacto donde adquirirla.
Además, los calabozos de Diablo IV adolecen de una notable falta de variedad y originalidad. Se repite constantemente el mismo diseño de niveles, con cambios mínimos en la decoración y la iluminación. A pesar de los esfuerzos realizados en la construcción del mundo, no logra transmitir la sensación de explorar verdaderamente un mundo tan grande como Santuario.
Por otro lado, la presentación en Diablo IV peca de básica y carece de impacto. Muchos de los diálogos son vistos desde la perspectiva isométrica, y su problema es que pierden gran parte de su dramatismo observarlos desde lejos. Esta falta de cercanía contrasta notablemente con las escenas cinemáticas, donde los personajes lucen con todos sus detalles y esplendor. Es desalentador presenciar cómo un juego con tanto potencial se conforma con lo mínimo, dejando de lado oportunidades de destacar y sorprender.
Por otro lado, mencionamos que las batallas contra jefes son épicas, pero también son un dolor de cabeza por la cámara. Como los jefes son enormes, en muchas ocasiones resulta difícil ver claramente sus movimientos, lo que puede llevar a recibir sus ataques directamente. Además, son enfrentamientos sumamente intensos, tanto que en ocasiones nos sentimos jugando League of Legends o algún otro MOBA, cuando movíamos frenéticamente nuestro cursor del mouse para esquivar ataques y para aprovechar las breves ventanas de oportunidad para dañar al enemigo. Todo esto ocasionaba cierta frustración por el movimiento.
En cuanto a la itemización, reconocemos que posee un gran potencial de profundidad, sin embargo, hay aspectos en los que no logra cumplir enteramente sus objetivos. Por ejemplo, el juego presume ser altamente flexible, excepto cuando se trata de tener más de 6 habilidades que puedes obtener fácilmente a través de objetos mágicos. Como dijimos, se inspira en Diablo II, pero no del todo porque decidió limitarse a los comandos preestablecidos, sin opciones de permitir configurar accesos rápidos adicionales para las habilidades extra.
Casi para terminar, está el sistema Paragon, que es un árbol adicional de estadísticas y atributos que complementa la progresión del personaje y está destinada enteramente al endgame. Aunque es difícil predecir lo que resultará a largo plazo, es importante destacar que Diablo IV se presenta como un juego en constante evolución, es decir, un juego como servicio. Esto implica que su desarrollo se mantendrá activo, implementando actualizaciones y cambios en respuesta a la retroalimentación de los jugadores y a las demandas de la comunidad.
Por lo tanto, el sistema Paragon y muchos otros podrían ser objeto de ajustes, mejoras o incluso sustitución en el futuro, en busca de ofrecer una experiencia cada vez más satisfactoria y equilibrada. Es parte de la naturaleza dinámica de los juegos como servicio, donde se busca mantener el interés y la participación de los jugadores a largo plazo. Y esto nos lleva a hablar sobre un asunto importante.
Quizá la única faceta desalentadora de Diablo IV radica en su modelo de juego como servicio. Como es común en este tipo de experiencias, muchas de las recompensas se encontrarán detrás de un pase de batalla y una tienda de cosméticos (que se ha jurado solo será de cosméticos). ¿Qué sucederá con los contenidos y recompensas inaccesibles una vez que finalice la temporada? Ya se han encendido las alarmas, durante la fase beta se otorgó una montura exclusiva que nadie más podrá obtener. ¿Participaste? ¿Cuánto más de esto existirá en el juego para alimentar el infame temor a perderse algo (FOMO)?
La escritura está presente en todas las facetas de Diablo IV. El juego presenta una abundancia de sistemas de personalización, haciendo que adquirir un objeto perfecto se convierta en una tarea ardua, por no mencionar extremadamente costosa en términos de moneda virtual. Además, la variedad de materiales y monedas internas de intercambio se acerca peligrosamente a las mecánicas típicas de los juegos para móviles. Y, como resultado, también existe el temor de que se implementen cobros para aumentar tus posibilidades de éxito.
Incluso la narrativa del juego se ve afectada por el enfoque de juego como servicio. Aunque sigue presentando la conclusión que ha sido característica de la franquicia, esta vez lo hace de manera aún más evidente y obvia que nunca.
En general, el espíritu de Diablo Immortal está en todas las facetas de Diablo IV. Se aprecia un deseo de introducir innovaciones, pero al mismo tiempo de evitar la fricción con la base de usuarios que han jugado Diablo por años y décadas. El cambio más grande, es que los sistemas de juego fueron modificados al esquema de juego como servicio y la alimentación del infame temor a perderse algo que pesa muchísimo en un juego premium ($70 USD).
Al final, resulta evidente que Diablo IV es una bestia completamente distinta a todo lo que hemos experimentado en nuestra trayectoria con Diablo. No se trata simplemente de Diablo IV, sino de una reinvención, un reinicio para adaptarlo al modelo de servicio. En esencia, Diablo IV se asemeja más a un MMO, y como tal, ha sido concebido para ser jugado de forma interminable. Algunos podrían considerar esto negativo, sin embargo, si lo analizamos detenidamente, ¿qué es Diablo sino repetir una y otra vez las mismas acciones en busca de la perfección?
A pesar de ello, persiste la presencia del juego como servicio como un espíritu fantasmal maligno. Irónicamente, se asemeja a la piedra del alma, corrompiendo incluso a los campeones más valientes, honrados y poderosos de Santuario. ¿Cuánto tiempo podrá Blizzard resistir esta influencia? ¿Serán semanas o años? ¿O ya sucumbió? Nadie puede decirlo con certeza.
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