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Locos por el vinilo a los 20: "Cuando empecé a coleccionar ni siquiera tenía tocadiscos"

Jun 21, 2023Jun 21, 2023

Como 'merchandising' o como fetiche, el elepé vive una segunda juventud donde el factor sonoro no es lo más importante para la Generación Z

Cuando tenía 12 años, a Nacho Blanch le regalaron un tocadiscos por Navidad. Coleccionaba música desde que tenía uso de razón; en un rincón de su cuarto ya acumulaba varios vinilos de su artista favorita, Lady Gaga, aunque no tenía dónde reproducirlos. "Con 10 años yo no sabía nada de la calidad sonora del formato. Compraba discos simplemente porque eran vistosos, porque molaban". Ahora, con 25, el joven catalán dedica su tiempo libre a la compraventa de vinilos por Wallapop y Vinted. Su trabajo en Amazon le ha permitido, además, ahorrar lo suficiente para reemplazar su viejo tocadiscos de maleta por un equipo profesional de 400 euros. También ha ampliado su colección en medio millar de títulos.

El afán coleccionista de Blanch no es algo excepcional. Juan Carlos Rodríguez, de Tenerife, también recibió su primer tocadiscos como regalo de Navidad hace un par de años, aunque llevaba comprando cedés toda la vida. "Nunca tuvimos un tocadiscos que funcionara en casa, pero siempre me fascinó el formato". Una vez conseguido el aparato en cuestión, amigos y familiares comenzaron a regalarle vinilos en cada ocasión señalada. El primero, recuerda, fue Sunsets & Full Moons de The Script. Los dos últimos, la reedición de Dile al sol de La Oreja de Van Gogh y Bellodrama de Ana Mena.

Con 10 años no sabía nada de la calidad sonora del formato. Compraba vinilos porque eran vistosos y molaban

Cada vez son más los jóvenes que, frustrados ante la inmaterialidad del streaming, recurren al formato físico para satisfacer su apetito melómano y su voracidad consumista. Como la ropa, también regresa la música en formato más vintage. "Mucha gente compra los discos físicos no sólo para reproducirlos, sino por el placer de convertirse en coleccionistas. Es una especie de moda. Muchos de los elepés que compro ya los tengo como cedés, pero luego ves lo bonita que es la estética de vinilo y te pueden las ganas", reconoce el tinerfeño. La práctica encierra, por tanto, una elevada dosis de fetichismo.

Según un informe reciente de Luminate -principal fuente de datos sobre el estado de la industria musical a nivel internacional- los miembros de la Generación Z gastan un 18% más de dinero en música que el oyente promedio y tienen un 27% más de probabilidades de comprarse un elepé, lo que explica el empujón a las ventas de vinilo en la última década. Lo más curioso, sin embargo, es que estas compras no se deben tanto a un deseo de escuchar la música en ese formato, sino a otras cuestiones: más del 50% de los compradores de vinilo no posee un tocadiscos.

"Quien se compra un elepé muestra un grado muy elevado de compromiso con el artista", sostiene Antonio Guisasola, presidente de la asociación de Productores de Música de España (Promusicae). "Lo que busca la gente que consume este formato es algo más que la calidad en la escucha. Hay un punto de merchandising y un punto de vinculación emocional con el artista que no se encuentra en YouTube u otras plataformas".

Ambos puntos pueden explicarse tomando el ejemplo del vinilo más vendido en 2022, con 945.000 de copias. Midnights, de Taylor Swift, se comercializó en cuatro colores diferentes, animando a los fans de la artista a adquirir todas las versiones para completar la colección, como si de un álbum de cromos se tratase. Bastaron unos minutos para que sus seguidores arrasaran las tiendas físicas y digitales con un único objetivo: hacerse con la tetralogía y ser los primeros en compartir la hazaña en redes sociales. Ni siquiera el precio, que superaba los 50 euros por unidad, consiguió disuadirles.

El vinilo ha pasado así de ser un producto de nicho, destinado a entendidos y personas de mediana edad, a un artículo vinculado al fenómeno fan para (casi) todos los públicos. "Cada vez hay más oferta, sobre todo online, y es algo que a los jóvenes nos faltaba. Cuando ibas a una tienda independiente, o incluso a la Fnac hace años, era muy fácil encontrar música de los 70 y 80, pero no tanto algo contemporáneo", afirma Blanch.

Hay un punto de merchandising y un punto de vinculación emocional con el artista que no se da en las plataformas

El último lustro ha sido testigo de una inversión de las tendencias: ahora el perfil del consumidor "ideal" no es tanto el adulto de 50 y 60 como el veinteañero y treintañero. Comenta Guisasola a este respecto que muchos solistas y grupos de música aprovechan para sacar directamente el álbum en vinilo y, normalmente, "es la gente joven que les sigue quien le da una oportunidad al formato como una forma de conectar con ellos".

Los elepés más vendidos son, de hecho, el principal indicador de esta transformación: si en 2010 eran reediciones de clásicos del pop y el rock como los Beatles o Led Zeppelin, el panorama de esta década es muy diferente, con discos actuales copando los primeros puestos de la lista. Opina Rodríguez que el mercado "se ha adaptado a un sector del público muy específico: el consumidor de música comercial que no encontraba vinilos de sus grupos favoritos". Para muestra, cinco botones: entre los 10 artistas con mayores ventas en 2022 se encontraron, además de Taylor Swift, Harry Styles, Olivia Rodrigo, Bad Bunny y The Weeknd.

"El mercado ha visto que hay un filón importante para rescatar una industria que se encontraba en crisis y que no trataba de cuajar entre el público más joven", considera Juan Carlos Rodríguez. Señala que el "motor del coleccionismo musical" se encuentra ahora en el vinilo porque su lanzamiento está planteado como un producto exclusivo: de tirada limitada, firmado o con algún obsequio promocional.

"Mi tesoro más preciado es un set de Lady Gaga formado por 12 vinilos de su álbum Born This Way dentro de una caja de terciopelo azul. Solo hay 3.000 ejemplares en el mundo" cuenta Manuel Sánchez, gaditano de 28 años, mostrando orgulloso una imagen de la caja con el grabado "2602/3000". Blanch se hizo con otra de estas ediciones de lujo por más de 200 euros en 2014, tras años ahorrando para conseguirla, y confirma que la caja de vinilos está "muy cotizada ahora en las webs de segunda mano porque fue una tirada muy limitada". Su precio actual supera los 800, cuadruplicando el original.

Coinciden los entrevistados en que poseer un álbum en físico refuerza la sensación de propiedad. "La idea de tener en casa algo de tu artista favorito es completamente diferente a pagar una suscripción a un servicio de streaming. Cuando vas a un concierto, puedes llevarte el disco para intentar que el artista lo firme, es un recuerdo más", comenta Blanch. Todo ese encanto, esa práctica ritualista, gira en torno a lo material y no tanto a lo virtual. "Yo acostumbraba a comprar vinilos esporádicamente, no fue hasta la pandemia cuando decidí empezar mi colección", cuenta Sánchez, quien describe la experiencia de manera casi religiosa, utilizando expresiones como "sentir la música visualmente".

El factor nostalgia y la propia romantización del arte del coleccionismo confluyen en el tacto de la carátula y en el aroma de las páginas del libreto. Para Rodríguez, la calidad del libreto de los cedés se ha visto reducida sustancialmente en los últimos tiempos. "Algunos tienen solo cinco o seis páginas con fotos mal sacadas y ni siquiera incluyen las letras o los créditos de las canciones. Ya que te vas a gastar el dinero, quieres que la edición esté a la altura, y eso suele estar muy cuidado en el caso de los vinilos".

Lo cierto es que, en un mercado físico que continúa menguando, el vinilo se mantiene como un pilar fundamental en nuestro país. 2022 cerró con unas cifras que confirmaban la tendencia al alza de los años anteriores, así como el sorpasso al cedé en términos económicos. En marzo, Promusicae publicaba su último balance, cuyos resultados revelaban que los vinilos suponen actualmente el 53% de la facturación del mercado físico y generan un valor anual de 29 millones de euros en España frente a los 26 millones del cedé, equivalentes al 47% de las ventas.

El motor de la música en físico se encuentra ahora en el vinilo porque su lanzamiento está planteado como un producto exclusivo

Afirma Guisasola que el público "está dispuesto a pagar lo que sea por este formato, que atrae tanto a los nostálgicos como a las nuevas generaciones". Nuevas generaciones que auparon Motomami, el álbum de Rosalía, a la cima de las listas. En el top 5 de vinilos más vendidos en España durante 2022 le acompañaron Harry's House (Harry Styles), Midnights (Taylor Swift), El Madrileño(C. Tangana) y La cuarta hoja (Pablo Alborán).

"Hace una década, los discos de estrellas pop como Madonna, Rihanna o Katy Perry no llegaban a España en forma de elepé", recuerda Blanch. "Ahora están reeditándose esos álbumes para que la gente de veintitantos podamos tener la música de nuestra adolescencia en la estantería". En la estantería... o en la pared, porque aquellos coleccionistas sin tocadiscos optan también por comprar vinilos con diseños únicos y rocambolescos para enmarcarlos, en un ejercicio decorativo no apto para cualquier bolsillo. Algo así como los pósteres de la Superpop, pero de lujo.

¿Significa todo esto que la Generación Z va a cancelar en masa sus suscripciones a Apple Music y Spotify para consagrarse por completo a la música en formato físico? Para nada. Según el informe de IFPI, el mercado musical global está dominado por las plataformas y se prevé que lo siga estando en la próxima década. Aterrizando los datos, casi 17 millones de españoles usaron uno o varios servicios de streaming de audio durante 2022, de los cuales 5,2 millones contaban con suscripciones premium, un 18% más que en 2021.

Romanticismos y fetiches aparte, los jóvenes melómanos conviven con el streaming en paz y armonía. No les cuesta reconocer que, en su día a día, les resulta más cómodo llevar la música en el móvil. Dejan el tocadiscos -si lo tienen- para momentos especiales; ratos "de desconexión y disfrute" donde la música recibe toda su atención. "Spotify, entre otras cosas, me permite escuchar las canciones meses antes de que salga el disco, hacer listas de reproducción combinando varios artistas y también contener mis gastos. Si fuera por mí, estaría todas las semanas comprando vinilos, y tampoco es plan", admite Rodríguez.

Todos describen el coleccionismo de vinilos como un pedaleo cuesta abajo y sin frenos: una vez caes en la tentación, es imposible salir del bucle. Porque, cuando los centennials se obsesionan con algo, lo llevan al extremo, para bien o para mal. Reconoce Sánchez que es fácil subirse al carro de comprar vinilos por moda ya que, últimamente, todos los artistas sacan versiones en este formato. "Sin embargo, tienes que estar dispuesto a gastarte mucho dinero a la larga", advierte. Touché.

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Lady Gagacompraventa de vinilos por Wallapop y Vintedun equipo profesional de 400 eurosSunsets & Full Moons de The Script regresa la música en formato más vintage.un 18% más de dinero en música que el oyente promedio más del 50% de los compradores de vinilo no posee un tocadiscosMidnights, de Taylor Swift, se comercializó en cuatro colores un artículo vinculado al fenómeno fan en 2010 eran reediciones de clásicos del pop y el rockTaylor Swift, Harry Styles, Olivia Rodrigo, Bad Bunny y The Weeknd 3.000 ejemplares en el mundoesa práctica ritualista, gira en torno a lo material y no tanto a lo virtual, la calidad del libreto de los cedés se ha visto reducida el 53% de la facturación del mercado físicoMotomamiHarry's HouseMidnights El MadrileñoLa cuarta hojacon diseños únicos y rocambolescos para enmarcarloscasi 17 millones de españoles usaron uno o varios servicios de streaming subirse al carro de comprar vinilos por moda